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Del empate insólito a la vergüenza provocada

Por Vito Amalfitano

Empataron en 38. Eran 75. Fue el principio del fin. El inicio de la vergüenza del fútbol argentino. O el punto de quiebre.

Pudo haber sido un error. Horror.

O pudo haber sido intencional. En ese caso, sólo pudo haberlo provocado uno de los dos bandos en cuestión, la “picardía” de representantes de una de las dos listas. Una estaba encabezada por Luis Segura, a quien apoyaba como cabeza visible el presidente de Boca, Daniel Angelici. En la otra estaba al frente Marcelo Tinelli, quien ahora comandará la Súper Liga y que integra el grupo de los “grandes”, que es el que más presionó para que no se concretaran las elecciones del 30 de junio y que motorizó la intervención de la Inspección General de Justicia a través de su operador máximo… Daniel Angelici.

Angelici es el hombre de Macri. En Boca, en la AFA, en la IGJ -dirigida por su ahijado, Sergio Brodsky-, como operador judicial.

Y en ese empate que desató esta situación, está claro, estuvo de los dos lados del mostrador. Primero de uno, después del otro.

Pero había un ordenamiento en curso por estatuto. Con una fecha de elecciones. Y con cinco candidatos. La intervención del gobierno, a través de la IGJ, detuvo el proceso electoral. Al bando de Tinelli, Lammens, D’Onofrio, Angelici y compañía y al gobierno nacional, por lo visto, no les gustaban los candidatos en curso y querían que sí o sí la Súper Liga se vote antes. Para salirse con la de ellos jugaron con fuego, y provocaron el incendio. Importaba también más el dinero en juego que la Selección que estaba para competir en la Copa América. Al caldo de cultivo se sumó la jueza Servini de Cubría y la “investigadora” serial que, en realidad, no investiga todo, Graciela Ocaña (ahora el gobierno gastará casi 3.000 millones de dólares en el fútbol pero para que el negocio lo hagan los canales privados, y ello no le preocupa), y todo eso “avivó” a la FIFA para que interviniera la AFA a dos días de jugar una final de la Copa América. Una vergüenza. Una crisis provocada. Y que ahora tiene consecuencias patéticas.

Los mismos clubes grandes le niegan los jugadores a la Selección Argentina para los Juegos Olímpicos y deriva en la renuncia de Gerardo Martino por el vacío generado.

Ahora, a menos de un mes del inicio de los Juegos en Río de Janeiro, la Selección no sabe con cuántos y con qué jugadores participará. La Selección Argentina subcampeona del mundo y que hasta el mes pasado estaba primera en el ranking mundial. En el medio, la renuncia de Messi.

Hasta el presidente de la Nación le pide que revea la decisión mientras que el presidente de Boca dice desde Ecuador que lo que le pasa a la Selección le causa “tristeza”. Acá, por lo visto, el que rompe, no paga. Y no se hace cargo.

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